jueves, 19 de mayo de 2011

El ciego y el publicista

Había un ciego sentado en un andén en Paris, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera escrito con tiza blanca: "Por favor, ayúdeme, soy ciego." 

Un publicista del área creativa, que pasaba enfrente de él, paró y vio unas pocas monedas en la gorra. Sin pedir permiso, cogió el letrero, lo volteó, tomó la tiza, escribió otro anuncio, volvió a colocar el pedazo de madera a los pies del ciego y se fue. 

Al caer la tarde, el publicista volvió a pasar enfrente del ciego que pedía limosna. Su gorra, ahora, estaba llena de notas y monedas. El ciego reconoció las pisadas del publicista y le preguntó si había sido él quien reescribiera el letrero, sobretodo queriendo saber lo que él había escrito. 

El publicista respondió: "nada que no esté de acuerdo con su anuncio, pero con otras palabras" y sonriendo, continuó su camino. 

El ciego nunca supo lo que estaba escrito, pero su nuevo letrero decía: "Hoy es primavera en Paris, y yo no puedo verla."

Siempre es bueno cambiar de estrategia cuando nada nos sucede. 



Viaje a Paris 2002: no lo recuerdo muy bien, pues era muy pequeña, pero les puedo jurar por mi vida que no ha habido ni una vez en que no vea las fotos del viaje y que no se me escapen unas lágrimas, tanto de felicidad como de tristeza melancólica, por los momentos bellos que mi familia me ha brindado y por la realización en que más nunca los podré revivir. Y aunque no era primavera en Paris, la recuerdo bella. 


 Esta interpretación de Paris me gusta mucho, es sumamente simple; sólo manchas de colores y líneas con rápidograph negro. Pero la impresión que causó sobre mi fue sumamente imponente. Me parece hermoso y mágico el paisaje y al leer el pequeño cuento de arriba, he reflexionado y me siento sumamente agradecida de ser una persona con una buena vista (ya que no es posible que diga que es "perfecta 20-20" porque uso lentes) y siento un terrible sentimiento de compasión y de dolor por la gente que no puede ver ni un poco de las maravillas que nos ofrece el mundo. 

La Torre Eiffel, 1935, Raoul Dufy (1877-1953)

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